SOBRE EL SÍNDROME DE LA IMPOSTORA EN EL CONTRATO INCLUSIVO SOCIAL

La sostenibilidad de la que depende la supervivencia del planeta y la sociedad global requiere de acciones que aborden la auto transformación a realizar por los agentes que deben colaborar para ello (gobiernos e instituciones, empresas, comunidad civil). En particular, el rol de las empresas como agentes del cambio al respecto tiene mucho que ver con cómo gestionan el talento y con poner freno a un fenómeno real de pérdida, que se añade a la llamada gran dimisión y al quiet quitting o salida silenciosa: el del síndrome de la impostora del talento femenino que, encontrándose en clara minoría de representación en un sector de gran impacto como es el tecnológico, recibe una “lluvia fina” de continuos mensajes inconscientes de condescendencia, desaprobación o exclusión que le invitan a autodescartarse para aportar su creatividad o a asumir retos más altos y ser promovidas. Como consecuencia: invisibilización de un talento clave para conseguir la palanca de diversidad que ya nadie cuestiona, y la pérdida de la oportunidad de un mayor crecimiento en la cuenta de resultados.