La desigualdad, y sus consecuencias políticas, sociales y económicas, siguen teniendo un impacto significativo
en la Unión Europea a pesar de las políticas redistributivas desplegadas en los últimos años. Para avanzar en
su reducción, y en una economía más inclusiva, es necesario un nuevo contrato social que facilite la creación
de empleo de calidad, entre otros objetivos.